sábado, 15 de febrero de 2014

tango antes del tango


AESIDO
Penélope avanzaba segura hasta detenerle, con medio gesto se envolvía de su pierna y la lanzaba de nuevo. Le gustaba cuando él rozaba la parte de atrás de su rodilla. Ulises esperaba lo necesario, hasta verla sonreír de reojo. Bailaban en la plaza los domingos rodeados por la gente del pueblo. Ya no eran unos desconocidos, había pasado casi un año desde su llegada, pero los vecinos seguían hablando. Las mujeres miraban a Penélope sin esconder asombro u ofensa. Nunca dejaba indiferente. Lo habían comentado con familiares, con el alcalde, con el cura. Cierto es que sabían poco de baile, pero si de algo estaban seguras era de que en el Tango -comodiosmanda- siempre es un hombre el que marca a una mujer.