sábado, 24 de mayo de 2014
miércoles, 21 de mayo de 2014
martes, 20 de mayo de 2014
domingo, 18 de mayo de 2014
domingo, 11 de mayo de 2014
grafitti
a mi abuelo Pedro
Esa mañana me iba de mi ciudad y empezaba el viaje de vuelta
a Argentina. Me levanté temprano, había dejado preparadas las maletas para casi
un año. Dos, demasiado llenas, ahora que lo pienso. En la mano un mapa dibujado
por mi madre me explicaba cómo llegar al cementerio: las instrucciones para visitar a mi
abuelo. Como todavía no lo había hecho era -casi- como si no hubiera pasado. Yo estaba a
miles de kilómetros de distancia cuando enfermó. Una mañana de lluvia en la primavera platense me llamó
mi madre desde España para contarme que se había ido. Ángel estaba ahí y me
cebaba el mate mientras yo lloraba desde un lejos que de pronto se volvió enorme.
Quiero despedirme de él antes de irme –le dije a mi madre el día anterior-. No hay gente en los cementerios cuando abren (qué raro que un cementerio se cierre y se abra). Pero en los alrededores un corro de niños se dirige a la escuela. Caminaba sin saber por qué hacía eso: Ir a hablar con él, decirle que me iba. ¿Por qué? Parecía un poco forzado, sentía un ojo externo para el que tenía que actuar. Cuando llegué desapareció el patetismo por un momento y me eché a llorar. Le dije eso: me voy, deséame suerte, sigue cuidándome. Estuve un rato corto, no hay mucho más que hacer en estas situaciones. Me despedí y me fui pensando en la muerte, en la suya, en su vida y en toda la luz que era. Me pregunté si asusta; le pregunté. Seguí caminando y sentí que alguien decía: No da miedo morir, Julia, lo que da miedo es no haber vivido. Respiré hondo el aire fresco de la mañana. Él me seguía cuidando.
Quiero despedirme de él antes de irme –le dije a mi madre el día anterior-. No hay gente en los cementerios cuando abren (qué raro que un cementerio se cierre y se abra). Pero en los alrededores un corro de niños se dirige a la escuela. Caminaba sin saber por qué hacía eso: Ir a hablar con él, decirle que me iba. ¿Por qué? Parecía un poco forzado, sentía un ojo externo para el que tenía que actuar. Cuando llegué desapareció el patetismo por un momento y me eché a llorar. Le dije eso: me voy, deséame suerte, sigue cuidándome. Estuve un rato corto, no hay mucho más que hacer en estas situaciones. Me despedí y me fui pensando en la muerte, en la suya, en su vida y en toda la luz que era. Me pregunté si asusta; le pregunté. Seguí caminando y sentí que alguien decía: No da miedo morir, Julia, lo que da miedo es no haber vivido. Respiré hondo el aire fresco de la mañana. Él me seguía cuidando.
viernes, 9 de mayo de 2014
lapicera vs. acuarela -grandes aventuras-
Este es un intento de copia de una ilustración de Sol Díaz (http://www.solilustraciones.blogspot.com.ar/)
martes, 6 de mayo de 2014
paseos con el capitán
Cada vez que el Capi y yo volvemos caminando por el barrio
hablamos de cosas muy diversas. Yo me rio casi siempre y otras veces me pongo
seria.
Él suele regalarme algún caramelo ácido de los que le
gustan.
Yo lo acepto y lo guardo. No voy a ser tan boba de decirle
que en realidad no me van mucho los caramelos. Creo que sólo una vez me comí uno.
El resto va quedando en mis bolsillos, en las mesas, repartidos por el piso.
Y yo me imagino que si un día me animo y empiezo a
juntarlos, tal vez, con suerte, me mostrarán un camino por el que pueda volver.
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